Morir de un capullo

Era mi boca
refugio de una rosa,
con cada letra
sus pétalos se abrían,
con cada palabra
el capullo desmayaba,
y de su cáliz brotaban
acuarelas de poesías.
Era mi boca
morada de tus ansias
albergue de tus besos,
eco de tus antojos,
y de ambos el trino,
de aquel ruiseñor en vuelo.
Y en el rosa que dejo Botticelli
después de lavar sus pinceles,
en esa bóveda
de cristalinas veladuras,
allí, entre utopía y nube
te perdiste en el fuego
de mi boca,
te quemaste
en el sabor insensato
de mis labios,
y en cada púrpura amanecer,
el renacer,
de todos nuestros sueños...
refugio de una rosa,
con cada letra
sus pétalos se abrían,
con cada palabra
el capullo desmayaba,
y de su cáliz brotaban
acuarelas de poesías.
Era mi boca
morada de tus ansias
albergue de tus besos,
eco de tus antojos,
y de ambos el trino,
de aquel ruiseñor en vuelo.
Y en el rosa que dejo Botticelli
después de lavar sus pinceles,
en esa bóveda
de cristalinas veladuras,
allí, entre utopía y nube
te perdiste en el fuego
de mi boca,
te quemaste
en el sabor insensato
de mis labios,
y en cada púrpura amanecer,
el renacer,
de todos nuestros sueños...
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